Hoy para variar Francia está en huelga. Durante los últimos siglos los parisinos han desarrollado una gran habilidad a la hora de levantar barricadas. Esta naturaleza revolucionaria muchas veces ha condicionado al urbanismo de la ciudad de Paris. Ejemplos nos sobran: la plaza de la Concordia, obtuvo su nombre por ser donde estuvo la guillotina en el terror revolucionario; o la reforma de la ciudad del Barón Haussmann, que impuso las calles anchas durante la segunda mitad del XIX en un intento de limitar la eficacia de las barricadas. Sin embargo, entre todas, la que más me llama la atención es la plaza de la Bastilla.
Durante la revolución, el lugar donde estuvo la fortaleza de la Bastilla fue ocupado por otra guillotina. No obstante, tras unas cuantas muertes fue sustituida por una fuente, parece ser que un tanto anodina. Esta se mantuvo hasta 1808, cuando Napoleón, en uno de sus muchos proyectos de construcción, planteó realizar una nueva construcción en la plaza. Su idea era alzar un monumento colosal que conmemorara sus triunfos en la península Ibérica: un elefante de 24 metros de altura fabricado con el bronce de los cañones tomados en la península (si…SVEN).
Por suerte para los parisinos semejante desacierto, tanto en gusto como en visión militar, apenas paso de una pierna, quedando su construcción suspendida. Años más tarde esta sería utilizada como escenario de “los miserables”, aunque fuera sólo en una maqueta. En 1833 la plaza tomó su aspecto actual, colocando la columna de Julio para conmemorar una nueva revolución esta vez eminentemente burguesa.
Sin embargo no dejó de preguntarme si, de haberse construido finalmente el elefante en la plaza ¿no sería conocida por su elefante gigante? y aún más ¿seguiría siendo el núcleo de reunión de las manifestaciones del país? No sé, quizá Napoleón no tuviera tan mal gusto, y lo único que quería hacer era acabar con el simbolismo de una plaza que constantemente recordaba que la soberanía, muy a su pesar, la seguía teniendo el pueblo.
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