John nació en Sri Lanka en 1885, cuando la isla era parte de la querida joya del imperio: la India. Hijo de un propietario cafetero inglés, pronto se vio en él una facilidad total para los idiomas, además de una bella afición por los pájaros. Pero, como buen inglés, su destino estaba con el Servicio Civil Indio, al que entró brillantemente. Hasta aquí todo indicaba que el joven Philby sería un perfecto hijo del imperio, un Scott sin tragedia. Pero en su mente ya se estaba fraguando una personalidad totalmente contraria.
En 1914, ocurría el atentado de Sarajevo, dando lugar a la Gran Guerra en la que el Imperio Otomano entraría junto Alemania. Esto ponía las comunicaciones entre la India y la metrópoli sumamente expuestas por lo que había que tomar medidas. Se sabía que en la península Arábiga los turcos luchaban desde hacía años contra las razias de distintos grupos tribales. Como la mayor parte de la gente sabe fue enviado el célebre T.H.Lawrence para unirlos y levantarlos contra el sultán . Pero lo que es menos conocido es que en verdad existieron dos iniciativas: la de Lawrence de Arabia, que se alió con el jerife de la Meca Faysal, y la de nuestro John Philby, que se unió a Ibn Saud, de la familia rival de Faysal. Daba lo mismo, pues a pesar de que ambos grupos lucharan bajo la promesa de independencia y reparto contra los otomanos, las potencias occidentales los traicionaron, otorgándose el territorio entre ellos bajo el nombre de “mandatos”. Pero, a diferencia de Lawrence, John se mostró mucho más contundente en defender a Saud en contra de la línea oficial británica (pues parecía que Faysal era más fácil ser usado como títere).
Harto de las traiciones del imperio finalmente lo abandonó y pasó al servicio de Ibn Saud. Para entonces su mente inquieta y su pasión por Arabia le habían llevado a convertirse al Islam. Por otro lado la lucha entre la familia Saud y la de Faysal había concluído con la derrota de este último, perdiendo así a su vez el candidato de Lawrence frente al de Philby.
Pero ¿qué más daba? Se trataba de un lejano desierto en oriente, con escasos beneficios para un imperio como el Británico, que para entonces dominaba buena parte del mundo. Todo cambió con el petróleo. Hacia esos años los pequeños yacimientos que se habían encontrado en la península se revelaron como un auténtico oasis de oro negro. Eran los años de la fabricación en serie de los vehículos a gasolina y la reconversión energética. El petróleo era además un factor vital para la supervivencia del mismo Imperio Británico pues, a instancias de Churchill, la Royal Navy había cambiado desde 1912 su dependencia del carbón (que producía la metrópoli) por la del petróleo.
Todos se lanzaron en busca de un gran contrato con Saud. Fue entonces cuando Philby hizo su “gran” servicio al Imperio Británico. No deseaba que esta riqueza llevara a una mayor presencia británica, como había pasado en Persia con la fundación de la Anglo Persian Oil Company (hoy más conocida como BP). Por ello entró en contacto con los americanos de la Standard Oil, dando así al Tío Sam el predominio en el negocio. John siguió muchos años como consejero muriendo en 1960. Hoy la familia Saud sigue en el poder en Arabia, y Philby quizás no hizo más que sustituir un imperio por otro. Pero él, y su hijo, son sin duda piezas en este rompecabezas que llevó hacía la decadencia del último imperio caído.
Una entrada de gran riqueza, simplemente genial. Somos piezas de un tablero de ajedrez, sólo que en ocasiones las fichas se mueven solas y no ceden ante las manos de ninguno de los dos supuestos contrincantes. Uan de dichas piezas fue Philby. No puedo estra más de acuerdo en que hay hechos puntuales que pueden cambiar el devenir incluso de un gran imperio.
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