Hoy se ha dicho mucho que era la noche del cine. Así que para poder olvidar el rato que he pasado disfrutándola, me he animado a revisar los orígenes de este arte, recordando de paso porque lo calificamos como tal. Desde el principio el cine demostró tener una ambición que le alejaba de cualquier otro medio de comunicación. A pesar de que las primeras películas carecieron de voces y color, los cineastas no dudaron en recurrir a la originalidad, y superar los obstáculos técnicos con el ingenio. Su mayor objetivo: llenar las salas, para lo cual tocaron temas muchas veces imposibles de realizar en un teatro. Con ello lograron una ambientación que aún hoy sobrecoge.
De esta forma los directores alemanes se hicieron famosos por recrear mundos fantasiosos con gran éxito.
Sin embargo para mi el caso más asombroso es esta película italiana de 1911.
Pero la edad dorada del cine se vivió al otro lado del océano. En el Hollywood de los años veinte las grandes compañías de cine ganaron mucho dinero con películas de gran presupuesto. Para aquellos que crean que sus efectos especiales han quedado anticuados deben saber que la mayor parte de estas escenas contaron con tal veracidad que en alguna ocasión se llegó a la tragedia. Dos ejemplos:
Esta escena del Diluvio en "el Arca de Noé" (1928) se realizó provocando una inundación real que destrozó el decorado y costó la vida a tres extras, así como lesiones graves a otros tantos.
Antes, esta carrera de cuadrigas de Ben Hur (1925) sé rodeó de todo tipo de rumores. Así se dijo que la espectacularidad de la escena se debió a que el productor -deseoso de grandes efectos- promovió una competición real en la que murieron varios extras.